El Tai Chi facilita la estabilidad postural y la relajación de quien lo practica, razón por la que es un ejercicio gimnástico ampliamente recomendado para personas de todas las edades. Pero sus beneficios no acaban ahí: de manera similar a como ocurre con otras prácticas deportivas o ‘de meditación’ de la antigua China –como el Chikung–, el Tai Chi también mejora la salud y el bienestar de las personas con enfermedades cardiovasculares, caso de la hipertensión arterial y el ictus. O así lo confirma un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad del Deporte de Shanghái (China) y publicado en la revista «Journal of the American Heart Association».
Como explica Yu Liu, co-autor del estudio, «los ejercicios tradicionales chinos son una intervención prometedora y de bajo riesgo que podría ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfermedades cardiovascular. Así, el objetivo de nuestro trabajo ha sido determinar, en base a la evidencia científica, los beneficios tanto físicos como psicológicos de estos ejercicios cada vez más populares».
Beneficios
Los autores evaluaron las evidencias alcanzadas en 35 estudios que, desarrollados con un total 2.249 participantes de 10 países, tuvieron por objetivo evaluar los efectos de los deportes tradicionales chinos –entre otros, el Tai Chi y el Chikung– sobre la salud cardiovascular.
Los resultados alcanzados en la revisión –o ‘metanálisis’– de los estudios mostraron que la práctica de estos ejercicios se asociaba con una reducción promedio de más de 9,12 milímetros de mercurio (mmHg) en la presión arterial sistólica y de más de 5 mmHg en la presión arterial diastólica. Es decir, los resultados constataron la eficacia de la práctica de este tipo de ejercicios en el tratamiento de la hipertensión arterial.
“Los ejercicios tradicionales chinos mejoran la calidad de vida de los pacientes con enfermedades cardiovasculares” –Chen Pei-Jie
Es más; las personas que practicaba estos deportes tradicionales chinos también experimentaron una reducción significativa de los niveles de colesterol HDL –el denominado ‘colesterol malo’– y de triglicéridos. Y como destaca Chen Pei-Jie, director del estudio, «la práctica de estos ejercicios también pareció mejorar la calidad de vida y reducir la depresión en los pacientes con enfermedades cardiovasculares».
¿Resultados?
Entonces, y cuando menos en lo que respecta a la salud cardiovascular, ¿hay algo que estos ejercicios no puedan mejorar? Pues según reconocen los propios autores, «los ejercicios tradicionales chinos no conllevaron una mejoría significativa de la frecuencia cardiaca o de la capacidad aeróbica de los participantes. Y de la misma manera, tampoco observamos una mejora en los resultados en los cuestionarios sobre salud general».
Sea como fuere, el estudio confirma el beneficio asociado a la práctica de este tipo de ejercicios. Pero quizás no tanto así la magnitud de este beneficio. Y es que como refieren los editores de la revista, «si bien la revisión ofrece una buena visión general del impacto de los ejercicios tradicionales chinos sobre los factores de riesgo cardiovascular, presenta ciertas limitaciones metodológicas, caso del criterio de inclusión, diferente según el estudio analizado; un seguimiento de los participantes de menos de un año; o la evaluación de los resultados por investigadores que sabían a qué grupos de ejercicio se habían asignado los participantes, lo que podría conllevar un potencial sesgo de estos resultados».