Por José Antonio Iniesta Navarro
(Breviario de mi experiencia fugaz en el uso y entendimiento de las armas en el Taekwondo)
¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?
De todos es sabido que en las Artes Marciales Tradicionales Japonesas, el uso de las armas es más que reconocible e identificable en el KoBu-Do, dentro de ese “antiguo camino de las armas del guerrero” que durante mucho tiempo se vino practicando de forma paralela a la práctica del antiguo Karate Okinawense, el ToDe.
Sin embargo, de ese camino complementario en el uso de armas que comenzara, en muchos casos, como una necesidad de transformar las herramientas de labranza en armas para la autodefensa de los pobres campesinos sino-japoneses, quizás haya sido el del uso de la espada Katana (propio de nobles y samurais), el del bastón o “Bo” (Bong en coreano), así como el del Nunchaku, los que consiguieran capear mejor el temporal del inexorable paso del tiempo hasta nuestros días, gracias muy probablemente, al posterior empujón mediático que le proporcionaron las múltiples películas del género marcial de los años 70 y 80 donde se nos mostraban espadas, palos y nunchakus hasta en la sopa.
Sea como fuere, el que más o el que menos, es conocedor de que entorno al Karate y sus homólogas artes marciales japonesas, el uso de las armas no venía de nuevo.
Pero, ¿y qué pasa con el Taekwondo? ¿Es también el Taekwondo un Arte Marcial donde hayan tenido o tengan hoy en día cabida, la práctica y entrenamiento sistematizado en el dominio de las armas? Porque seguro que muchos de nosotros hemos tenido en algún momento de nuestro camino marcial, algún contacto directo o indirecto con armas en alguno de los Dojang en los que nos hayamos formado.
De hecho, sería de lo más lógico pensar que en el currículum del Taekwondo, en algún momento de su reciente Historia desde su creación hasta nuestros días, se hubiera dispuesto también un espacio para la práctica con armas. No en vano, si atendemos a la gran mayoría de manuales y libros antiguos formativos de Taekwondo (incluido el libro de texto de Kukkiwon), en sus apartados de HoSinSul (Defensa Personal) que suelen relegarse a sus últimas páginas pasando desapercibidos (por desgracia), existen multitud de técnicas de defensa contra ataques de armas, como palos, cuchillos, sables, pistolas, etc. Y, casualmente, muchas de las técnicas de Maki Sul que practicamos desde la base, son perfectamente aplicables (con sus adaptaciones) a la defensa de ciertas armas, como los mencionados Bong, por ejemplo.
Entonces, no debiera ser tan de extrañar que si un Maestro/profesor enseña en sus clases defensa contra armas, ¿este no debiera a su vez ser mínimamente experto conocedor del uso de las mismas para así poder entender en profundidad las distintas formas para anular dichos ataques? Resulta absurdo pensar pues, en poder aprender a desarmar a un agresor sin el mínimo estudio de su funcionamiento.
Estas cuestiones y muchísimas otras, jamás se me ocurrieron planteármelas cuando me inicié en esto del Taekwondo, porque cuando uno era alumno (lo seguimos siendo, pues el camino nunca acaba), se dejaba guiar de forma ciega por sus Maestros con los ojos cerrados y plantearse dudas existenciales sobre si por ejemplo, la incorporación del uso de armas en el Taekwondo, -al igual que con el Karate-, apareció de forma natural o no en nuestro Arte Marcial, era como quien se plantea si fue antes el huevo o la gallina.
Y en lo que respecta a mi experiencia personal, fuera huevo o gallina, es decir, fuera un uso adoptado o no del Karate/KoBuDo, de entre todos los Maestros que he tenido y de entre todos los Dojang en los que tuve el honor de entrenar en mi juventud, recuerdo precisamente con mucha satisfacción y nostalgia, mi paso por la Alta Escuela Cho San de TaeKwonDo, donde el Maestro ByoungSu Cho, de la rama Chung Do Kwan, incorporaba en muchas de sus clases, el entrenamiento con palo largo (jang Bong) y Nunchaku, que para mí, era algo nuevo y estimulante que jamás nadie me había enseñado.
Parecerá una tontería, pero de todos los entrenamientos que he realizado a lo largo de mi vida, esa parte específica y diferencial que complementaba el currículum “reglado” del “camino de pies y manos” característico y definitorio de lo que conocemos como Taekwondo, Tae Kwon Do o Taekwon-Do, la echo una barbaridad de menos porque para mí suponía un cisma mental refrescante a lo que comúnmente venía estando acostumbrado por allá finales de los 80, donde el Tae Kwon Do más tradicional empezaba ya a evolucionar de forma vertiginosa y a definirse (y deformarse) como Taekwondo, por la gran presión que suponía el despegue mundial del apartado olímpico centrado en el combate deportivo.
Entonces, resulta que décadas más tarde, cuando uno ya tiene canas en el pelo y tras conocer a excelentes compañeros “frikis” de viaje en el camino del conocimiento y redescubrimiento Marcial como mi buen amigo Kilian (Agente Kukkiwon. Sí, el mismo que me obliga a escribir durante la hora de la siesta) y Maestros de la talla del Sabomnim Yuri Lópezgallo, -eruditos ambos de la investigación sobre Taekwondo-, con los que compartir bagage y bibliografía diversa, resulta que uno cae en la cuenta que en la mayoría de Kwans originales, el entrenamiento de armas NO fue ninguna prioridad en el “Proto Taekwondo” que los padres fundadores calcaron en parte del Karate para luego darle su toque “artístico” en futuro.
Por lo que su uso posterior en muchos Dojangs, podría haber tenido su razón de ser (y aquí ya meto yo mi pata hasta el fondo, porque es deducción mía) más por influencia del Hapkido, el cual tuvo mayor influencia japonesa si cabe, incluyéndose el manejo del Bo, del sable de madera (bokken) y del bastón corto (Tambo), entre otros. Acabando siendo incorporadas muy probablemente, también en los entrenamientos de Taekwondo de muchos Dojangs que compartieran formación paralela en Hapkido.
Pero vamos, esto último ya son elucubraciones de un servidor que no han de tomarse muy en cuenta. Lo verdaderamente importante y relevante a mi parecer es que, venga de donde venga el origen del uso de armas en el Taekwondo, y sea el que sea el uso de armas que se realice/trabaje, es una realidad “alternativa” que no se ha de desmerecer en absoluto e incluso que no debería omitirse ni descartarse como extra para otorgar mayor completitud si cabe a la práctica marcial, con la finalidad de ofrecer mayores recursos al practicante actual de Taekwondo en los que apoyarse.
Cuantas más columnas tenga donde sostenerse, mayor será la fortaleza del Templo de la sabiduría del que nos alimentemos.
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