¿Admiración sincera o venalidad superficial?: la popularidad de la cultura de la katana.
No ha habido sable, mal llamado espada, que la modalidad del tachi, sable japonés, conocido con el nombre de katana.
La katana propiamente dicha, surgió en el periodo Muromachi (1333-1573), a partir de los sables tachi previos usados en la infantería y caballería, en esta última usaban un sable más largo y curvo llamado uchikatana, que parece que dio origen a la misma katana, que es un sable tachi más adecuado al tamaño del brazo humano, y para realizar técnicas y ataques, que no se pueden hacer con otros tamaños del tachi.
Todo en ella fascina, desde su elaboración, efectividad y el mismo aspecto de esta misma. No hay que culparse del todo, si uno se atrae ante la belleza y aurea que este sable desprende ante los ojos humanos.
La fascinación va más allá de solo admirarla, se crea un deseo de poseer tal arma, un deseo que se refelja desde lucirla, hasta un deseo sincero de practicar su uso práctico, y conocer más en profundidad su camino.
A todo aquí comienza la controversia: se puede llegar a una total vanalidad, que desvirtúa la cultura misma del uso de la katana, viéndola como un bien inmueble o incluso como un juguete, olvidándose que pase al aire de misticismo que encierra esta misma, originalmente era un arma para la guerra y por lo tanto era un objeto asesino, que durante y tras el fin de las guerras Samuráis, se convirtió en un auténtico símbolo de espiritualidad.