De hecho, el entrenamiento de las formas modernas del TKD crean la falsa idea de que los combates para los que preparan a sus practicantes se limitan a bloquear y golpear, es decir, una analogía de los combates deportivos reglamentados.
Lo anterior es el resultado de la orientación del movimiento de organización de este arte marcial hacia el deporte o incluso un desprecio hacia la importancia de las formas en la defensa personal.
Si bien es cierto que algo de razón hay en ello, esta es una afirmación pobre y simplista ya que se deja de lado un cambio paradigmático en la visión del entrenamiento de las formas.
A finales del siglo XIX, el grandísimo sensei de Tode (Karate en okinawense) Anko Itosu decide terminar con la secrecía en el entrenamiento del Karate y sugiere a las autoridades imperiales de Japón por medio de una carta conocida como “Los Diez preceptos del Karate” la importancia de la práctica masiva y desde temprana edad del karate.
En esta carta queda de manifiesto la nueva orientación que este maestro buscaba del entrenamiento del Karate:
“En el pasado, muchos maestros de Karate han disfrutado largas vidas. El Karate ayuda a desarrollar huesos y músculos.
Ayuda a la digestión así como a la circulación. Si el Karate fuese introducido, empezando en las escuelas elementales, entonces produciremos muchos hombres capaces cada uno de ellos de derrotar a diez asaltantes”.
De esta manera en una rama del Karate (la pública) se re orientó él entrenamiento de las formas, eliminando los elementos más peligrosos de ellas o simplemente dejando de al lado en la enseñanza la explicación de la aplicación de los movimientos más agresivos, convirtiendo a las formas en un método de entrenamiento dirigido principalmente a fortalecer física, mental y espiritualmente a los alumnos.
Esta es la visión que heredan los maestros de los Kwanes originales en Corea de sus maestros de Karate, visión que luego ellos mismos heredarán a sus alumnos de segunda generación (los que al final desarrollan las formas del Taekwondo).
El desarrollo de las formas comienza con el general Choi y OhDoKwan a finales de la década de los 50’s y se materializa en 1966 cuando los maestros de la KTA crean sus propias formas.
De esta manera, podemos afirmar que este nuevo paradigma en el entrenamiento de las formas era tan vigente como los es el día de hoy.
En nuestros días, en la mayoría de las escuelas de arte marcial existe esta visión limitada sobre las formas, entendiendo todos estos cambios y sus razones a través del tiempo es responsabilidad de los maestros dar un nuevo enfoque al entrenamiento de las formas y por supuesto, por niveles (no es lo mismo entrenar a un niño que aún adulto, a un principiante que a un cinta negra) comenzar a rescatar la esencia marcial de su entrenamiento.
Las formas deben ser un instrumento que permita el desarrollo de la disciplina, la voluntad, el auto conocimiento, la perseverancia, etc, convirtiéndose en un mecanismo que mejore el cuerpo la mente y el alma de los practicantes sin dejar a un lado la tan necesaria aplicación de sus ancestrales conocimientos.