El karate es un arte marcial nacido en Okinawa (en aquel momento, el reino de Ryūkyū) en el siglo XIV. En la época del reinado de Shō Shin, estando Okinawa bajo el control del Dominio Satsuma (la actual Kagoshima), se prohibió a los ciudadanos llevar armas.(*1) Se dice que fue debido a esa situación como nació un sistema que aglutinaba las artes marciales de los aborígenes de Okinawa con las transmitidas por China a través de las rutas comerciales. Ese sistema comprendía técnicas denominadas toshukūken (de combate sin armas).
Inicialmente el karate se denominaba toudeī, en la lengua nativa de Okinawa, pero en los años posteriores se adoptó karate, la lectura japonesa de los caracteres usados para escribir el nombre original, y más tarde se propuso utilizar otros caracteres que significan “mano vacía”, como referencia también a la idea de que toda materia es vana, y la realidad una ilusión.
Aunque el karate comenzó a enseñarse de maestro a discípulo, pronto aparecieron quienes lo usaban en la educación física de las escuelas, por su valor gimnástico; se sabe que fue introducido en el currículo escolar en Okinawa en la década de 1900.
Los movimientos básicos y las katas (secuencias de movimientos) no comportan contacto, por lo que son seguros. Se realizan ejercicios que crean equilibrio entre la parte izquierda del cuerpo y la derecha, no es necesario adquirir equipamiento especial, y dado que se puede practicar en cualquier parte, también en la actualidad es popular en los gimnasios escolares.
El karate universitario se expande
En 1922 Funakoshi Gichin, maestro oriundo de Okinawa, presentó las katas de karate en la primera Exhibición de Educación Física (en aquel momento organizada por el Ministerio de Educación), celebrada en Tokio. Esa fue la primera aparición del karate fuera de Okinawa, y desde ese momento se produjo una veloz expansión del arte marcial. En esa misma época comenzaron a llegar a las islas principales de Japón los fundadores de las otras grandes escuelas de karate y abrieron los primeros dōjōs (escuelas privadas donde se estudian artes marciales y otras materias tradicionales). La expansión del karate se dio sobre todo entre los universitarios, y desde que en 1924 se creara en la Universidad Keio el club de karate, y en 1926 en la Universidad Imperial de Tokio, no dejaron de aparecer nuevos clubes similares por muchas universidades del país.
Las oportunidades para consolidar las reglas y dar forma a una gran competición iban en aumento, hasta que finalmente en 1957 se celebró en el antiguo Ryōgoku Kokugikan (un estadio cubierto, para sumo) la primera Competición Nacional Universitaria de Karate de Japón. Las reglas fueron establecidas principalmente por estudiantes universitarios voluntarios, y conforman la base de las actuales competiciones.
Por la misma época se comenzó a crear un organismo que iba más allá de los diferentes estilos de karate, y en 1964 se formó oficialmente la Federación Japonesa de Karatedō (JFK, por sus siglas en inglés). En 1970 se creó en Japón la Federación Internacional de Karate (WKF, por sus siglas en inglés) para unificar a nivel mundial las reglas del deporte en las competiciones internacionales, y se celebró la primera Competición Internacional de Karate en el estadio Nippon Budōkan.
En 2016, con vistas a las Olimpiadas de Tokio 2020, las autoridades han admitido el karate como disciplina olímpica, y establecido en ocho las diferentes categorías en las que los luchadores, tanto hombres como mujeres, pueden competir.
Las cuatro grandes escuelas de karate
¿En qué consisten las escuelas o estilos del karate? En este arte marcial se entiende por escuela el grupo de técnicas físicas que se transmiten de generación en generación. Las técnicas varían ligeramente de una escuela a otra, pero todos los estilos tienen dos puntos en común: que utilizan técnicas sin armas, centradas sobre todo en los golpes de puños y piernas, y que conceden gran importancia al mejoramiento espiritual mediante el entrenamiento.
Muchos de los maestros que crearon las escuelas han dejado aforismos en los que transmitían a sus discípulos, junto con las técnicas físicas, la importancia de perfeccionar el espíritu. “El karate carece de ataque inicial”, por ejemplo, es una famosa cita de Funakoshi Gichin, con la que hace referencia a la idea de que este arte marcial no debe usarse para atacar, sino para defenderse, que debemos esforzarnos por superar los conflictos con templanza, sin luchar.
Además, los participantes se sientan “correctamente” (al estilo japonés, con los pies bajo las nalgas), meditan y realizan los saludos formales antes y después de entrenar. E incluso durante el entrenamiento hay muchas ocasiones en las que se hacen reverencias. Es una forma de mostrar respeto y agradecimiento hacia el maestro que nos enseña y hacia el contrincante que nos ayuda a entrenar. En la actualidad el karate, que nació como un método de autodefensa, se ha establecido también como una forma de mejora personal.
Mencionaremos ahora las cuatro escuelas más representativas de aquellas que componen el JKF.
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